Frente al grito de guerra de una minoría y la despedida de su comercializador Luis Medrano, sería interesante que los dirigentes de los grupos inicien sus entrenamientos solidarizándose consigo mismo, autoanalizarse y preguntarse donde han fallados e iniciar nuevos planes estructurales a los fines de solucionar el trauma que vienen viviendo cada año y mes de febrero.
Muchos han transitado el camino enarbolando el criterio de que el comercializador del evento es el culpable de que estas fiestas no convoquen alegría y entusiasmo en los parroquianos sin detenerse a reflexionar y preguntar ¿Y los grupos cumplen con su rol?, cada día estos exigen más y dan meno.
Si el carnaval de Bonao en los últimos años no ha tenido éxito es porque varios dirigentes de grupos no han sido responsables ni permiten a otros recuperar ese ritmo cultural que se ha ido perdiendo todo, porque han centrados su visión en lo económico, en que papá Santa Claus, viene con el saco de cuarto y debe, ni siguiera permitírsele distribuirlos equitativamente.
Hoy la pista ha quedado limpia y libre, su comercializador se ha marchado por lo que es hora de reparar los daños que se le ha venido haciendo al Carnaval de Bonao, hora de reflexionar y unir voluntades, entender que debe venderse la cultura carnavalesca dejando ser empresario individualista de ésta.
Luis Medrano se ha marchado lo que quizás hace feliz a muchos que pensando que si no participaban del evento cada domingo, clavaban una daga por su espalda y rayaban disgustos en él, siendo todo lo contrario, el disgusto se lo generaban de manera fehaciente a su pueblo, a su provincia.
Es hora de iniciar un nuevo y sólido camino hacía la reorganización del Carnaval de Bonao, hora de que los grupos no esperen a febrero del 2021, para ir al nido de la gallina a despojarlas de sus huevos, hora, de ir llevándole el alimento requerido para su sostenimiento, hora de que cada quien comience arrascarse con sus propias uñas a los fines de que estas fiestas renazcan o regresen a los años en los que el ultrajo de los bienes económicos de la entidad carnavalesca era un orgullo de quienes les dirigían.
Los que reclaman a viva voz, el buen desarrollo del Carnaval de Bonao, tienen hoy el poder de bien organizar estas fiestas, los grupos que dejaron de salir por culpa del comercializador, hoy tienen las puertas abiertas para imponer sus voluntades personales y traer premios nacionales al entorno.
El mensaje ha quedado claro, si los grupos carnavalescos buscan superar lo que por once años Luis Medrano le ofreció deben comenzar temprano a sembrar el surco ya labrado pero para eso, deben hacer lo correcto.
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