Entre Juan Bosch y Leonel Fernández existe una distancia abismal.
Lo que enseñaba y hacía el profesor Bosch dista mucho de lo que hace su alumno aventajado.
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Bosch brindaba mabí seibano o agua de coco a sus invitados palaciegos, durante su mandato presidencial.
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Leonel viaja en avión privado con sus invitados, a cargo de los magros recursos de un país necesitado, hambriento.
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Podrán decir que son otros tiempos aquellos de los de ahora.
Tan distintos como lo que cuesta un coco de agua y lo que cuestan los viajes de hoy.
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Pero la enseñanza de moderación, de prudencia, de ahorro en tiempos de crisis, es una enseñanza perenne.
Imposible pretender que alumnos aventajados del profesor Juan Bosch sigan hoy su ejemplo.
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Sin embargo, el pueblo que paga los viajes tiene pleno derecho de saber cuánto cuestan.
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Por esa razón elsiglo21.com dio a conocer detalles del costoso vuelo privado de Leonel, sin hablar de alojamientos y viáticos de tan numerosa comitiva que lo acompañaba por Suiza y la India.
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Frente a las demandas inaplazables de un pueblo necesitado de agua, luz, educación, salud, resulta un mal ejemplo, si no una burla, el dispendio y el boato.
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Ese mal ejemplo es el que siguen funcionarios desaprensivos que repletan lujosos restorantes pidiendo los vinos más caros.
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Mal ejemplo que dan aquellos obligados a manejar con prudencia los recursos escasos de un pueblo pobre, empobrecido, miserable.
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Y dar la callada por respuesta, es peor todavía.
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