Todos los días se pregunta si ha tomado la decisión correcta. La literatura no tiene secretos para el premio Nobel. Pero el autor peruano rara vez viste la piel de un actor.
Vargas Llosa, de 78 años, sube a las tablas para protagonizar su más reciente e inédita obra teatral, "Los cuentos de la peste", que se representará en el Teatro Español de Madrid desde el 28 de enero hasta el 1 de marzo. El estreno coincide con la publicación del libro homónimo ("Los cuentos de la peste", Alfaguara), que salió a la venta el jueves 15 de enero.
No es la primera vez que el escritor pisa un escenario. Lo hizo otras tres veces en España. Pero siempre participaba como un relator que leía parte de la historia. En "Los cuentos de la peste", inspirada en los relatos del "Decamerón" de Giovanni Boccaccio, Vargas Llosa es uno más de los actores del elenco.
"Para un escritor de ficción que se ha pasado la vida soñando historias, de pronto convertirse en personaje de una historia aunque sea por ese tiempo fugaz de una obra es una experiencia realmente extraordinaria", dijo el jueves Vargas Llosa durante la presentación de la obra en Madrid.
"Siento nervios, muchos nervios, terror, pánico, miedo... Me pregunto cada día si no ha sido una locura meterme en esto", añadió.
Vargas Llosa tampoco es el primer ganador del Nobel de Literatura que prueba suerte como actor. Los dramaturgos italiano Dario Fo y británico Harold Pinter lo hicieron en el pasado. Pero admite que sí está interesado en leer la opinión de la crítica sobre su papel y conocer la reacción del público.
"Espero la reacción de la crítica, pero no es esencial", explicó. "Toda mi preocupación tiene que ver no sólo con recordar (el texto), sino al mismo tiempo recordar las instrucciones del director, no desentonar con el trabajo de mis compañeros en el escenario y la enorme inquietud de no defraudar a los espectadores".
El humor, el amor y las relaciones entre las clases sociales son las claves de esta pieza que recoge la esencia del espíritu del "Decamerón": la lujuria y la sensualidad exacerbadas por la sensación de crisis, de abismo abierto, de fin del mundo.
Vargas Llosa se traslada a la Florencia de 1348 y da vida al Duque Ugolino, quien se encierra con otros personajes en una villa a las afueras de la ciudad italiana. La peste bubónica está diezmando la población. Los personajes intentan salvar la vida mientras se cuentan historias unos a otros.
Ugolino inventa una mujer ideal de la que se enamora durante la representación. Ella es Aminta, condesa de la Santa Croce, interpretada por la actriz española Aitana Sánchez-Gijón. Musa teatral del escritor, Sánchez-Gijón ha compartido escenario con Vargas Llosa en todas sus aventuras teatrales.
"Ha sido una gran suerte para mí poder trabajar con una persona que no solo es una magnífica actriz, pero además buena compañera, muy generosa con mis deficiencias de actor", señaló de Sánchez-Gijón. "Ella me ha arropado, ayudado mucho y me hace sentir menos inseguro".
Una de las particularidades de la producción es que el escenario está en el centro de la sala, como si fuera el ruedo de una plaza de toros o un circo. El público rodea por completo a los actores, con la intención de integrarlos en el espectáculo.
El director Joan Ollé recordó que la obra ofrece un ejercicio insólito, que es ver cómo el autor de un texto recita en directo sus propias palabras. A veces incluso cambiándolas por culpa de un olvido.
Para Vargas Llosa, la interpretación es solo un reto más. Y no lo cambia por su oficio de escritor.
"La libertad que tiene un escritor que escribe es infinitamente más grande que la que tiene un actor actuando o representando un papel. La libertad de un actor no desparece pero está muy confinada", dijo. "Son experiencias más distintas que parecidas".
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