Como paradoja de la vida, la sorprendente
muerte de la dominicana Franchesca (La Profeta), en la ciudad de Nueva York, ha
provocado más dolor y pesar que la muerte del comunicador César Medina.
Quizás por la sencillez y autenticidad con la
que se manejaba (La Profeta), se gano el cariño y el corazón de muchos
dominicanos y latinoamericanos que supieron valorar sus esfuerzos por
trascender como artista del genero urbano y su forma de entretenimiento en
videos lo que se hacían virales en las redes sociales.
Hacia unos diez años que (La Profeta), se había
marchado a Estado Unidos, buscando un mejor porvenir pero lamentablemente la
vida misma no le permitió desarrollar sus audacias de poder llegar alto en la
compleja sociedad norteamericana.
Lamentablemente Franchesca (La Profeta), no
pudo regresar a su país natal y sentir su ambiental brisas y mostrarnos a todos
su grandes logros debido, a que se encontraba sin los documentos requeridos
para hacerlo e incluso, en algunos videos que circulan en Youtube, se pueden
notar la precaria situación por la que venia atravesando.
Sin embargo a pesar de su pobreza y
limitaciones que le ofreció la vida, podría decirse que (La Profeta), murió
millonaria de amor y admiración de pueblos y continentes que hoy humedecen sus
ojos al verlas y sentirlas partir a tan temprana edad producto de un descuido
en su estado de salud.
A diferencia de Franchesca (La Profeta), que
hoy derrama llanto y dolor en quienes la ven partir hacia la eternidad envuelta
en la pobreza, el periodista Cesar Medina, quien supo catapultarse en una floreciente
vida de multimillonario su muerte paso sin pena ni gloria a pesar de sus titánicos
afanes por sobornar la muerte.
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