El responsable de entregar el
gramófono al destacado músico dominicano fue El Caballo Mayor, Johnny Ventura,
quien se despidió como miembro del Consejo Directivo del Grammy Latino
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En
presencia de Gabriel Abaroa, presidente de LARAS, Ventura agradeció a
Dios las oportunidades que le ha dado en la vida, entre ellas poder entregar el
Premio a la Excelencia Musical a su compatriota Wilfrido Vargas.
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“La
persona que vamos a homenajear en este instante la vi nacer en el mundo
artístico preñado de inquietudes que ha sabido mantener durante toda su
existencia. Inquietudes que me han forzado a decir que de los músicos de mi
país es el más talentoso, porque eso es lo que le sobra”, destacó Ventura, ante
los demás homenajeados de la noche y artistas invitados al acto celebrado en el
Four Seasons Hotel Las Vegas.
Resaltó
que Vargas ha tenido tanto talento y le ha sobrado tanto que no solo se dedicó
a llevar la música por el mundo con mucho éxito y dignidad, sino que de todo
ese talento que le sobró se dedicó a ser una fábrica de grandes artistas de la
República Dominicana.
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“Para
mí es un grandísimo honor haber nacido en la tierra donde él nació”, resaltó
Johnny antes de pedir un vídeo que resumió la vida de Wilfrido.
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Al
recibir el gramófono, el famoso director de orquesta recordó sus inicios como
estudiante de música en su natal Altamira, donde a los 11 años de edad era trompetista
solista de la Banda de Música del pueblo.
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“Yo no
creo que haya querido ser un artista para que se me aplaudiera y ser reconocido
por el público, ni tampoco por la crítica, no! Yo veía la música como el aire
donde podía respirar”, filosofó el artista al recibir la estatuilla de
manos de su compatriota.
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Recordó
que en su pueblo escuchaba música que no tenía que ver con el merengue, como la
de Chet Baker, Tijuana Brass, entre otros.
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“Al
llegar a la capital, envié a mi papá, a la ciudad de Nueva York, unas
grabaciones de jazz, y otro tipo de música experimental y él no tuvo tacto, me
dijo ‘qué tú vas a hacer con eso, si no haces merengue vas a tener que regresar
a Altamira otra vez a pasar hambre, porque esa es la música de República
Dominicana’”.
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Ese consejo fue el punto de partida de una de las
carreras más exitosas de la historia del ritmo dominicano y hoy el intérprete
de “El loco y la luna” comparte que “el no saber hacer merengue constituyó,
probablemente, la semilla de que como eso no era merengue, real y
efectivamente, entonces era otra cosa, un merengue mucho más novedoso, con
muchos detractores, muchos seguidores, y al parecer, lo seguidores triunfaron
por encima de los detractores, muchas gracias”.
Fuente: Juan Carlos Jiménez.
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