
El promover la vulgaridad, la violencia y el sexo fácil en este género musical era una práctica que resultaba divertida tanto para el emisor como para el receptor. Con el paso del tiempo los exponentes fueron amasando fortuna y el incrustarse en otras clases sociales los llevó a reducir esta forma asqueante de hacer música.
Hoy en día esta práctica de letras sucias está imperando de nuevo, contribuyendo a un “desagrado social” que día a día crece por falta educación y valores.
Aunque son muchos los talentos quienes no miden el alcance ni las consecuencias de sus canciones al momento de entrar a un estudio de grabación, dentro de los más populares que deberían dar el buen ejemplo por la oportunidad que se le ha dado, se puede mencionar a Shelow Shaq como uno de los principales obreros urbanos que suscita un mensaje negativo en sus temas.
Canciones como “Tu maldita madre” en sus ambas versiones, “Me bebí una pastilla”, y la mayoría de su participación en remix y featuring en el 2017, este artista urbano se la pasó dando catedra de cómo ser el líder de la violencia y la vulgaridad.
A esta modalidad se suma El Lápiz, ¡sí, El Lápiz!, el mismo que se pasa todo el tiempo promulgando ser una especie de deidad libertador de los oprimidos siendo “conciente”, que de consciente no tiene nada, ya que lo que hace con las manos lo desbarata con los pies.
Después de lograr un año de éxito con su álbum “Latidos”, su imagen mermó en la clase alta debido a sus temas “Tamo Jevi” y su participación en “Limonada coco remix”. En ambas canciones hace uso de un lenguaje aberrante.
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